servicio de psicomotricidad relacional en Candelaria Tenerife

Psicomotricidad relacional

servicio de psicomotricidad relacional en Candelaria Tenerife

La PSICOMOTRICIDAD es una disciplina con más de un siglo de desarrollo. Surge en 1905 con Dupré en Francia, cuando pone de manifiesto que las alteraciones psíquicas vienen acompañadas de manifestaciones motrices, hablando de una interacción y una posibilidad de intervención global teniendo en cuenta las manifestaciones corporales de las personas.

La psicomotricidad se basa en el desarrollo de un contexto de juego mediante el cuerpo, el movimiento y los objetos. Su intención es propiciar un espacio de relación y confianza afectiva donde se tome conciencia de las necesidades y los deseos y se puedan satisfacer o frustrar, para transitar de un modo cada vez más ajustado hacia la autonomía. El psicomotricista se implica en el juego para tratar de fomentar el desarrollo personal de manera global.

La psicomotricidad ha tenido un gran desarrollo a lo largo de este siglo, proponiéndose diferentes metodologías de intervención dentro de la misma. Nuestro servicio desarrolla la Psicomotricidad Relacional como modelo de trabajo, si bien hemos recogido también aspectos de otras metodologías que nos han parecido importantes para favorecer el desarrollo infantil.

  • HABILIDADES SOCIALES
  • DIFICULTADES RELACIONES SOCIALES
  • TRASTORNOS DE CONDUCTA, RESOLUCION DE CONFLICTOS
  • GESTIÓN EMOCIONAL
  • ESTIMULACION TEMPRANA
  • RETRASO MADURATIVO EN LAS DIFERENTES AREAS DEL DESARROLLO
  • TRASTORNO DEL DESARROLLO: AUTISMO, ASPERGER, TGD, …

Los objetivos hacia los que dirigimos nuestro trabajo son los siguientes:

  • Ayudar al niño y niña a crecer tratando de compensar las carencias en su desarrollo.
  • Fomentar la confianza en sí mismos.
  • Favorecer la afirmación personal.
  • Crear un clima de seguridad afectiva que permita la comunicación con los otros.

Los contenidos de la intervención psicomotriz que se desarrollan en las sesiones hacen referencia a:

  • La confianza para expresarse y encontrar nuestras posibilidades y competencias.
  • La agresividad como estrategia para defendernos y afirmarnos.
  • La expresión de las necesidades afectivas de reconocimiento, contención y aceptación.
  • El mundo de la fantasía; el sentido de los deseos del niño.
  • La expresión de las angustias y los miedos arcaicos.
  • El desarrollo de la identificación positiva con los otros.
  • La vivencia de la dependencia y la independencia: tener la confianza para pedir, para decir no.
  • La construcción y vivencia de los espacios personales y los de relación.

Las sesiones de psicomotricidad se estructuran de la siguiente manera:

Tiempo de inicio: Donde a modo de asamblea se da la bienvenida de los niños a la sala, escuchamos sus demandas, sus deseos de comunicar, hablamos sobre los proyectos de juego y recordamos las normas para jugar sin hacernos daño.

Momento para el juego sensoriomotor y simbólico: Donde el psicomotricista observa, analiza e interviene favoreciendo los procesos de comunicación y dando respuesta a las demandas que los niños ponen de manifiesto a través de su juego

Vivencia de la calma: Momento de finalizar la sesión, donde los niños aprenden a regular su cuerpo y actividad, encontrando un espacio para relaciones más tranquilas y afectiva. Después de esta vivencia se colabora en la recogida de materiales.

Tiempo de la representación y la despedida: Después de la calma los niños pasan a realizar modelados, dibujos o construcciones, o bien a contar mediante la palabra lo sucedido en la sesión, tomando distancia de las vivencias y pudiendo expresar aquello que ha sido más significativo para cada uno. Es una forma de pasa del placer de la acción al placer de pensar.

La educación psicomotriz se puede desarrollar de manera individual, cuando lo que prima es la relación dual para la construcción de un vínculo y la necesidad de afianzar todos los procesos de comunicación y comprensión de la realidad. Se desarrolla también en parejas y pequeños grupos cuando pretendemos favorecer los procesos de socialización, inteligencia emocional y autonomía.

Los grupos que se llevan a cabo en el centro se dan desde 4 hasta 6 niños y niñas, donde intervienen uno o dos psicomotricistas, dependiendo del número niños y niñas en el grupo, todo ello, para favorecer la respuesta a cada uno dentro del grupo, atendiendo a sus demandas individuales, pero también las habilidades sociales, facilitando los procesos de comunicación e inclusión.